Helping Hagrid

El muchacho dejó de hacer malabares y sacó su varita blanca ante las indicaciones de Luna, susurró algo y apareció un haz de luz en la punta de la misma-Es mejor prevenirse que lamentar-Explicó mientras apuntaba al lugar donde iba a dar con el pie y así evitar plantas extrañas del Bosque.

¿Decías, en qué pienso?-Hizo una mueca, tratando de descifrar la extraña pregunta de Luna-Pues no sé, en realidad venía hasta lo de Hagrid para dar una mano con algo y no pensar tanto. Trato de no estar tanto tiempo solo con mis pensamientos, por lo general no conducen a nada.

-Es que todo pensamiento que no lleve a acción no conduce a nada.- Digo encogiendo mis hombros. -No por ello la gente deja de pensar. Hum... al menos la mayoría.-

Doy unos pasos más. Deberíamos estar cerca. Con cuidado me acerco a un árbol que parece hueco, y me asomo por una pequeña madriguera. -Nope, está vacío. O es la casa de una ardilla...-

*Unas lucesitas se ven a la distancia, unas azules, otras rojas que giraban en torno a un árbol*

Porque en lo que menos piensa la gente es en dejar de pensar-Dijo Alan ofuscado por su propia oración críptica, al parecer, estar con Luna Lovegood un par de minutos lo contagiaba a uno de su aura particular.

Desvió la cabeza cuando vio las luces danzando cerca del árbol, trató de agudizar la vista para distinguir que era exactamente, pues en el Bosque Prohibido podían haber muchas cosas peligrosas, pero parecía que era lo que habían venido a buscar.

Lu...Luna, mira alla-Señaló con la cabeza, los brazos ocupados con la varita y el zapallo y haciendo equilibrio para que ninguna raíz traicionera lo mande de cara al suelo.

-¿Hum...?- Volteo a ver hacia donde señala Alan, para ver aquellas luces combinadas. -¡Oh! ¡Creo que están teniendo una celebración especial!-

Lo vuelvo a mirar. -Baja la varita, pensarán que las estás amenazando. Ven.- Con mucho cuidado, sosteniendo solo el zapallo entre mis manos, me acercó hasta ellas. Y apenas veo que notan mi presencia, uso mis pulgares para abrir la fruta y abrirla, presentándola como ofrenda. Le doy un mordisco pequeño a uno de los bordes y luego los levanto hacia ellas.

// Narración

Una hada parecía curiosa con luna, era pequeña, tan pequeña que un pulgar era más alto que ella, las diminutas manitos en ambos lados de la nariz de Luna, inspeccionándola como si estuviera decidiendo si quería morderla o no. Al final la ofrenda pareció más interesante... no solo para ella sino que para casi todas las hadas que estaban celebrando, varias comenzando a empujarse para obtener un mejor trozo de esa calabaza.

Sonrío ante las manitas posadas en mi nariz, agradeciendo que no quisiera comerme a mi. Mi papá siempre ha dicho que mi nariz parece una pequeña fresa. Creo que el hada pensó lo mismo. Giro levemente la cabeza hacia Alan con una sonrisa, indicándole que se acerque.

-Tranquilas, hay para todas. Y puedo traer más si quieren. Pero necesito ayuda, ¿pueden ayudarme?- Pregunto con voz suave, para no aturdirlas, porque para sus pequeñas orejitas, mi voz normal seguramente podía aturdirlas y molestarlas.

Se quedó algo paralizado, pero no por saber que hacer, después de todo las hadas tenían el intelecto de una cucaracha más o menos, y era fácil atraparlas. Pero al ver a Luna ahí, tan serena entre las pequeñas criaturillas, parecía realmente algo que pertenecía a la profundidad y secreto del bosque, como una dríada rubia y de ojos enormes y celestes.

Trató de sacar la seguramente estúpida mueca de su cara y se acercó a Luna despacio, y abrió el zapallo, dejándolo sobre una rama baja de un árbol cercano, mirando la reacción de las pequeñas hadas.

¿Cómo nos las llevamos?-Preguntó finalmente en un susurro, imitando el tono de Luna.

// Narración:

Los dedos de Alan no tuvo tanta suerte como la nariz de Luna cuando varias hadas notaron el jugo de la calabaza que aun quedaba en ellos y comenzaron a mordisquearle los dedos... primero suave, como una cosquilla en la mano. Luego más fuerte hasta que una mordió peor que picadura de avispa en la tierna piel.

Aceptó que las pequeñas haditas le hicieran cosquillas con sus minúsculos dientes mientras esperaba atento las indicaciones de Luna, pero las mordiditas comenzaron a ser más grandes y frunció en ceño hasta que una particularmente golosa le hincó los dientes entre dos dedos.

¡Ah mierda!-Dijo sacando la mano y apartando al hada como se haría con un mosquito, causando que todas las demás revolotearan rápidamente lejos de aquel gigante que las había engañado.

Con la derecha sacó la varita y apuntó a las hadas, quizás Luna fuera una driade, pero el que capturaba a los bicharrajos siempre era el cazador, basta de naturalismos.

¡Inmobilus!-El hechizo no podía detener a todas las que quisiera, pero un par de hadas cayeron como si estuvieran congeladas, Alan guardó la varita mientras se sobaba la parte donde los pequeños dientes le habían arrancado un pedacito de piel.

Disculpa, pero dolió-Dijo simplemente ante la segura mirada de reproche de Luna.

Pobre Alan. Creo que no tiene mucha suerte con las criaturas. Coloco uno de los zapallos en el suelo, y espero a que algunas de ellas se pongan alrededor de las frutas.

-Pequeñas, van a estar un tiempo con nosotros. Prometo regresarlas pronto al bosque, con más comida.- Saco mi varita con mucho cuidado. -Jaulio.- Murmuro, y hago aparecer tres jaulas alrededor de cada trozo de zapallo. -Wingardium Leviosa.-

Elevo las tres jaulas con las hadas. -Jaulas Locomotor.- Un último movimiento de mi varita, y las tres jaulas están listas para seguirnos el resto del camino. Entonces volteo hacia Alan, guardando mi varita para tomar sus manos. -¿Te duele?-

Después de sentir el escozor inicial la herida Alan volvió a ser el mismo, solo que miraba con algo de resentimiento a aquellas criaturillas de aspecto engañoso que comenzaban a moverse lentamente después de pasado el hechizo y revoloteaban colorida y felizmente dentro de las jaulas mágicas.

Era curioso como Luna se dirigía tiernamente a los seres que tenían menos cerebro que un mosquito, pero de cualquier forma, Alan prefirió no señalarle nada al respecto.

Nah, en un rasponcito nomás, pero tienen dientes particularmente afilados-Miró la herida de la que manaba un hilo fino de sangre, tomó nuevamente su varita blanca y apuntó haciendo el movimiento adecuado, pero no pronunció palabra alguna para que la herida se cerrara. Episkey era un hechizo bastante fácil e útil y su hermana le había mostrado como hacerlo antes incluso de conocerlo en Encatamientos.

La piel estaba algo enrojecida, pero la herida estaba perfectamente cerrada y el ardor ya no se sentía.

¿Seguimos buscando o con esto basta?-Dijo señalando con la varita a las jaulas.

Me encojo de hombros. -Pues, creo que con estas tendremos bastantes para la fiesta. Veré si Hagrid las quiere cuidar, aunque sería divertido tenerlas en mi habitación mientras tanto. Sólo espero que el resto de las chicas no se molesten, las Hadas pueden ser muy ruidosas cuando quieren.- Cruzo mis manos detrás de la espalda, mientras comienzo a andar dando pequeños saltos animados. -¿Quieres que busquemos otras criaturas? ¿O que quieres hacer? Es muy pronto para volver aún.-

Sonrío ante la idea de Aria lanzándole una maldición asesina a Luna después de despertarse por cuarta vez debido a las hadas, pero de seguro que acababan con Hagrid.

¿Buscar otras criaturas? ¿Estás segura? El Bosque no es precisamente un jardín feliz-No era que fuera muy supersticioso o particularmente miedoso, pero dentro de ese lugar había decenas de cosas que podían matarlo. Después de todo el nombre de Bosque Prohibido no era aleatorio.

¿Acaso Luna se adentraba en aquel lugar? La idea de que la Ravenclaw podía no ser muy racional con ciertos asuntos volvió a reflotar en la mente de Alan.

-Es más feliz que muchos otros jardines.- Le respondo, girándome hacia él. -Y mucho más vivo. No en cualquier jardín puedes encontrar plantas que no se conforman con que las riegues con agua, o criaturas que aparezcan cuando menos lo esperas. Mientras respetes este mundo y entiendas que para ellos eres un invasor, no hay razones para temer. A menos que inevitablemente ya hayan decidido que quieren convertirte en su invitado para cenar.-

Le sonrío, encogiéndome de hombros. -Bueno, tampoco creo que sea bueno tentar al destino. Volvamos a la cabaña, seguramente Hagrid ya habrá hablado con Macgonagall.-

Más vivo seguro, más feliz...-Levantó los hombros, no quería entrar en una batalla argumental con Luna Lovegood, pues había dos condiciones: 1, era mujer, 2, era Luna Lovegood, no se podía salir victorioso de tal cosa.

No sé que jardines conocerás tú, pero en fin, va a ser mejor que volvamos, me muero ver la cara de Hagrid cuando le plantee la fiesta a McGonagall-No era que disfrutara con el sufrimiento que le ocasionaba al guardabosques el comunicarse coherentemente, pero las meteduras de pata de Hagrid eran tantas que uno tenía que reírse de ello o sucumbir.

-Un jardín sin que lo cuiden, sin amor, es un jardín triste. Donde lo tengan como un simple adorno. Como el que hay en casa de los Malfoy. Podía verlo desde la pequeña ventana de la mazmorra, si me ponía de puntillas. Es hermoso, sobretodo cuando está cubierto de nieve. Pero no hay felicidad allí. Es como esos tesoros fríos que se tienen sólo para exhibir, pero donde no hay nada silvestre porque lo cortan apenas intenta crecer.-

Paso a paso nos vamos alejando de aquella zona oscura, con las jaulas detrás de nosotros. -También quiero ver la cara de la profesora Macgonagall. Seguro que tendrá el rostro ceñudo pero sonreirá divertida con los ojos. Sólo espero que no se moleste con Hagrid por habernos dejado entrar al Bosque sin compañía. Aunque, bueno... Yo ya soy de Séptimo, así que te hubiera protegido de hacer falta..-

Puede que tengas razón Luna-En muchas cosas-Pero prefiero mis jardines lo más vivos y menos mortales posibles-¿Cuándo había estado Luna en las mazmorras de los Malfoy? Hasta donde sabía se hablaban, y el hecho de hablarse con semejante personaje era ya una cosa extraña. ¿No era Luna del ED y Draco un mortífago? No entendía, y no muchas ganas de tratar de hacerlo.

¿Protegerme?-Ahí es cuando cayó en la cuenta que Luna estaba guerreando contra Mortífagos mientras él estaba escondido y cálido en su casa, y de que podría patearle el trasero severamente-Me se defender bastante bien, pero nunca desprecio la ayuda ajena-Dijo riendo.

-No lo dudo, por algo sobreviviste a la última batalla.- Comento tranquilamente. Un poco tiempo vislumbro la cabaña de Hagrid.

-¿Crees que ya haya regresado del castillo? Si quieres ve a buscarlo y yo los espero en el huerto con las hadas. Deben estar muertas de hambre, ¿no, chiquitas?- Pregunto con gesto tierno a las pequeñas figuritas que revolotean en la jaulas. Quizás en el huerto consiga mas zapallo para darles, antes que intenten comerse los barrotes...

//Narración

Eso de comerse los barrotes era un entendimiento porque ya había una insistentemente mordiendo tratando de comerselos o romperlos con tal de salir... De hecho, un par de hadas sueltas estaban girando en torno a ellos y tironeando de las barras sin darse cuenta que romperlas les sería imposible.

Te dejo con tus tiernas haditas entonces-Dijo el rubio agachándose un momento para ver a los bichejos revolotear nerviosamente y reprimiendo el ansia de prenderlas fuego por odiosas, pero eso sería llanamente cruel y disgustaría mucho a Luna, o a Hagrid

Caminando despacio, con pasos largos y vagos se dirigió a la cabaña de Hagrid para ver si el guardabosques ya había vuelto, o acaso tendrían que dejar el asunto para otro día. De cualquier forma, el objetivo estaba cumplido, su aburrimiento había menguado y había hecho algo útil por alguien más.

-Adios.- Le despido con la mano antes de dirigirme al huerto, buscar algunas frutas extras y sentarme en la cerca, compartiendo los pedacitos de frutas y vegetales con mis nuevas compañeras.

-¿Me ayudarían a encontrar un Snorkack de cuerno arrugado? ¿No? Ah, bueno... Ya lo buscaré yo.-

// Narración

Efectivamente, el guardabosques no parecía estar cercano y ya estaba cayendo el sol lentamente así que probablemente no volviera a aparecer por un buen rato.

Alan comprobó que Hagrid no estaba en la choza, después de todo, seguro tendría mucho trabajo con todo el alboroto que habían sentido los seres del Bosque Prohibido desde la guerra, un trabajo para el que no habría nadie más calificado que él en su punto de vista.

El chico volvió despacio, viendo como el sol se hundía tras el castillo para volver a encontrar a Luna en los huertos, dando de comer comer zapallo a aquellos bichitos.

Bueno...Hagrid no está-Dijo bostezando, realmente la jornada y la caminata le habían cansado un poco, pasaría por las cocinas por café y estaría en la Sala Común un rato antes de dormirse-¿Le dejamos las hadas o te las llevas tu Luna?

-No las puedo dejar aquí, se las podría comer una tarántula; o podrían incendiar la cabaña en el transcurso de la espera.-

Miro las haditas que comienzan a parecer aburridas. -Me las llevaré. Después de todo, es sólo una noche. ¿Qué podría pasar?-

Me puse en pie y con una sacudida de la varita, las jaulas volvieron a seguirme. Espero que Flich no diga nada al respecto de tener criaturas enjauladas en la Sala Común...