A walk to the past ~ Pansy Parkinson

¡Click!

De forma distraída, el rubio avanzaba entre las mesas de aquel viejo salón, capturando los espectros y las sombras de los objetos inanimados con su fiel cámara. Se preguntaba muchas veces que aparecería en ellas al ser reveladas. ¿Encontraría de nuevo la señal de aquella sombra por la cual no estaba ni vivo ni muerto?

Se sentó sobre uno de los pupitres centrales. Le daba la espalda a la puerta del salón, su mirada fija al otro lado del ventanal, viendo el sol ponerse. El salón se llenaba de los tonos rojizos antes que todo quedara cubierto por la oscuridad. Volvió a levantar la cámara, hasta que el sonido de unos pasos cercanos lo hicieron girarse.

-Sonríe.- Murmuró, haciendo sonar el flash, sin esperar por descubrir quién estaba por cruzar aquella puerta.

Es cuestión de sumar dos más dos: Pansy Parkinson + pasos rápidos, cuidándose de que no la vean = ¡tiene cigarrillos! O alcohol. La verdad es que cualquiera me mataría si supiera que me bajo la ansiedad a punta de tabaco -o marihuana, cuando me acuerdo que existe-, y ahogo los problemas en alcohol. Antes solía repudiar los hábitos de Nott, que tomaba de todo, como si no hubiera mañana, y ahora simplemente los imito, porque no hay nada mejor como... ¡si no puedes con el problema, alcoholízate hasta que lo olvides! Maravilloso. Maravilloso. Entro en una de las aulas abandonadas en las que me suelo refugiar cuando un flash me ciega y, tallándome los ojos alzo la vista para encontrarme a...

-¡CARAJO! -mi grito se puede oír por toda la planta. Estoy segura. Estoy viendo a un fantasma, sólo que este no es intangible. Abro los ojos y me acerco hasta la puerta, dispuesta a largarme de aquí. Lo que nos faltaba, que los muertos empiecen a levantarse de sus tumbas.

La sonrisa del rubio se extendió al reconocer a la figura en la puerta. Pansy Parkinson, la Dama Reina de las serpientes. Casi hubiera hecho una burlona reverencia ante ella, pero se contuvo de ello, quitando la correa de la cámara para descolgarla de su cuello y colocarla sobre la mesa. Bajó la mirada hacia el objeto fotográfico, revisando con concentración el flash. Luego volvió a mirar a la joven, que parecía a punto de querer salir corriendo.

-Espera un poco, Parkinson. Muero de curiosidad por saber que ha salido en la foto. ¿Tú no?- Dijo, sacando la varita y apuntando hacia la cámara. Al momento una esfera oscura rodeó el objeto, sumiéndola en completa oscuridad. -Sólo tomará un minuto, pero hay que ser muy cuidadoso.-

Juraba que él y su estúpida cámara de fotos estaban muertos y muy bien enterrados. Nunca vi los cadáveres, pero su nombre estaba en las listas de los caídos que revisé varias veces antes de asegurarme que Draco no estaba entre ellas, la mañana siguiente a la batalla. Claro que no era demasiado difícil conocer a Colin Creevey y a su cámara de fotos. Tomaba fotos en todas partes.

-No platico con fantasías, Creevey, ni con muertos vivientes... -un escalofrío me recorre la espalda-. Los muertos no pueden volver a caminar por la tierra... ¿qué carajos eres? -No puedo separar mis ojos de él, de su piel, de lo sólido qué parece. La foto me da exactamente lo mismo.

Soltó una risa, que sonó extraña. Era la misma risa amplia de él, que era muy dado para reír a carcajadas. Pero había algo distinto. Sobrehumano.

-"Los muertos no pueden..." ¿Qué son los Inferi, entonces?- Musitó, metiendo las manos dentro de la esfera de oscuridad, para comenzar a desenrollar el carrete de cinta, que colocaría dentro de un dispositivo dentro del cual no entraría la luz, y donde vertería el líquido revelador. -Tampoco sabía que fantasearas conmigo. Vaya, es una interesante revelación.-

Le sonrió desde aquel lado de la mesa, sus manos expertas manipulaban la maquinaria sin necesidad de ver lo que hacía. -No lo creerías si te lo dijera...-