Take the Pill § Autonarrado Abierto

"Reglas":

Take the pill that makes you weaker
Take the pill that makes you sick
Take the pill or you'll be sorry
Take this bloody pill and make it quick

La noche era tranquila, quizá demasiado tranquila para alguien como ella, tan tranquila que el sonido se sentía ahogado por los miles de insectos que zumbaban cerca en busca de la abeja reina.
La abeja reina, ese insecto... que descansaba ahora entre sus dedos, tan fácil sería aplastarlo, tan fácil destruir y sentir las entrañas pegajosas entre sus dedos, tan fácil... como matar a un humano.

Se mordió los labios, apretando su puño libre en tensión, su mente estaba jugando, su mente volvía a jugar con ella y lo odiaba, odiaba como se sentía la repentina presión en el pecho, como podría convertir todo esto en una parafernalia y...

Ahogó un grito, apretando los ojos, sintiendo entonces el dolor entre sus dedos y el crujir del cuerpo pequeño cuerpo que ya no era más. No había otra cosa que decir sobre su suerte cuando cayó el diminuto cuerpo sobre el pasto y entre sus dedos vio el aguijón aun clavado, restos del cuerpo de la reina en él, con ausencia lo tocó, quitándolo y dejandolo caer antes de recostarse hacia atrás mirando el cielo, sintiendo algo que no recordaba que estaba allí... en su bolsillo.


Tragó pesado, sabiendo que no debía, pero la realidad se le escapaba. ¿Como explicaba que su amigo que apenas conocía le había borrado la memoria? O que no tenía idea de lo que estaba haciendo.

Se sentía vacía, sola, enfrentando un mundo aterrador. Si no fuera por Luthien estaría realmente sola, no tenía amigos y el único que tenía la había traicionado, no sabía por donde empezar a reconstruir su vida, tenía 16 años. Tenía 16 años, no podía con su vida y tampoco con la del resto, no podía solucionar nada.

Odiaba las drogas, le dejaban sin conocer el norte del sur, no había forma de tocar o hacer nada, de sentirse ella misma. Pero allí, en medio de la nada, cerca del lago, lo único que quería era descansar, dejar de pensar, dejar de sentir, ser como esos cubos de hielo que se derriten en una gaseosa, como esas personas cuya mayor preocupación era tener una cena caliente en la casa.

Cuando metió la mano en el bolsillo supo lo que encontraría, las pastillas estaban ahí, un ‘obsequio’ mal recibido en todo sentido, pero que de repente pudo apreciarlo cuando se lo llevó a los labios con algo de duda antes de tragar en seco y cerrar los ojos esperando que hicieran efecto, ¿que serían? ¿Alucinógenos? ¿Relajantes? ¿Realmente le importaba?

Se retorció, sentía algo debajo, la rama del árbol que le golpeaba al moverse o quizá la raíz. No había forma de saber, no había forma de ver, solo quería salir de aquí, ese rostro familiar, el bebé, el sombrero. solo... solo, que se callaran.

"¡¿Por que me buscas?! ¡¿Que pasa?!" No importaba cuanto lo intentara, no importaba cuanto luchara por mejorar, por defenderse, por hacer una realidad, la música se distorsionaba en sus oídos y el mareo ganaba su consciencia. Esto no podía pasar, no quería que pasara, solo quería morir aquí...

Y no importaba cuantas veces había pasado por lo mismo, las imágenes le recordaban a Dumbo, le desconcertaban y la convertían en algo que no quería ser. ¿Quien era ella? ¿Quien era ese bebé? Una reina de corazones...

Se giró sobre sus talones, por un momento le pareció sentir un vestido largo, pesado, pero ella no era la Reina en este cuento... ella era Alice, a ella le querían cortar la cabeza. "¡¿Quien está allí?!" Gritó al vacío y la oscuridad que se mezclaban en colores, el corazón acelerado al sentir el filo tan cerca de su rostro, su bebé, su Luna y su corazón... y nada de ello le pertenecía, ¿verdad?

Las voces, las voces, ¿por que no podía ayudarles? ¿Por que no podía llegar?

"¡NINIEL!" Gritó desesperada, Niniel... Niniel no era su hija, ¿como podía entenderla? ¿Como podría hacer algo por ella si no podía hacer algo por si misma? No... no podía, tenía que seguir luchando. Tenía que seguir intentando, si se rendía... si... se... rendía.

Cayó de rodillas, volcando lo que quedaba en su estómago, ardía, todo ardía, las lágrimas, el dolor... tanto había pasado que no podría siquiera satisfacer sus intentos de sobrevivir. Trabajaba, se ofrecía, ella era el sacrificio, ella podía sacrificarse por ellos.

"¡No quiero ser el sacrificio! ¡Deténganse!" Gritó a la nada, viendo la corona de corazones, esa corona, ¿quien portaba esa corona? "¡¿Emma?! ¡EMMA!" Gritó al vacío por su gemela extraviada, solo ella podría portar algo tan significativo como esa corona, sintiendo el ardor en el pecho, ese corazón con la Q en el centro que quemaba sobre su corazón. No quería ser el sacrificio, pero lo era, no era justo, no era justo que Emma tuviera que convertirse en eso que tanto habían odiado en sus vidas para que ella pudiera descansar, solo porque estaba cansada, solo porque quería dejar de parecer fuerte y deseaba volver a llorar.

Ahogó un grito que la desgarraba por dentro. ¿Quienes eran? ¿Niniel? ¿Por que agradecía? ¡No podía hacer nada! ¡No podía salvarla de las sombras! ¡No podía salvarla de esos hombres y era como volver a morir mil veces porque no había otra forma de hacer las cosas!

Y a su vez lo comprendía... era simple, eso era un sacrificio, alguien que se entrega por el bien común. ¿Verdad? O quizá es que este era uno egoísta, uno que quería conservar para si misma, mientras a duras penas podía ponerse de pie para arrimarse al Lago Negro... Se veía frío, la espesa escarcha... pero si ella no estaba entonces...

Entonces, ¿que se solucionaría?

Se inclinó con arcadas, sintiendo el fuego en su piel, deseaba arrancarla, deseaba quemarla en el momento en que decidió apagar el fuego. ¿Morir? No, no quería morir, pero deseaba borrar las marcas que aun conservaba en su memoria, borrar sus nombres, simular que esto nunca había pasado.

Por ello metió un pie en el lago... y luego el otro, los zapatos eran de cuero y el taco hizo que torciera el tobillo por las piedras. Siguió otro tembloroso paso, ¿eran las drogas? Quizá, pero no se sentía tan frío como debería serlo, en el momento que se dejó caer, sintiendo pequeñas rocas redondeadas pegarse a su espalda y dejar marcas. Ciertamente esto sería algo para olvidar... si tan solo pudiera olvidar más de lo que ya había olvidado.