Enter the Maze § Astoria | Abierto

Un día más.

Era algo curioso como los días pasaban para la veela sin alas. Era interesante especialmente en el sentido de que no sabía ni siquiera porque pasaba tanto tiempo en Hogwarts pero si sabía que debía estar cerca, porque la persona que buscaba estaba allí.

Cada tanto tenía ondulaciones, recuerdos vagos, recordaba los labios femeninos contra los suyos y una voz masculina que renegaba de ella, pero como no podía siempre recordar exactamente que pasaba en esos cortos lapsus de memoria la verdad que... neh, podía vivir sin pensar. De hecho, eso de pensar estaba sobrestimado hoy día, lo que hacía falta era un poco de diversión para poder borrar las caras largas y el Angst mágico que parecía flotar como una nube gris sobre las cabezas de todos.

Pero es que no era su culpa que todos parecieran que se estuvieran a punto de caer muertos en cualquier momento. El quidditch había alzado los ánimos, pero sin embargo todo parecía gris. Ella quería jugar, era injusto, todo porque tuvo que vender la escoba ahora no podía jugar.

Así que suspiró de mala gana, comenzando a tirar piedras hasta que el Calamar gigante se asomó para tomar el sol, varios tentáculos yendo hacia Louise... No le habría reconocido, ¿o si? Diantres, no tenía ningún articulo de broma como para soltarse en momentos como este.

Empezaba a ser una costumbre ir al lago.
La verdad es que no había ninguna razón que me atara realmente a ese lugar, ninguna vez en los años anteriores había prestado demasiada atención a ese sitio. Siendo sinceros, siempre me había dado un poco de miedo el lago negro. Sus oscuras aguas podían esconder cualquier cosa. y con cualquier cosa me refería a algo potencialmente peligroso.

Quizás el la silenciosa orilla del lago me daba tranquilidad. Me daba un silencio difícil de encontrar, un silencio que solo se veía interrumpido por el murmullo del agua y el viento que agitaba las hojas de los árboles de vez en cuando.
Eso era lo único que pensaba mientras caminaba bordeando el lago en aquella fría tarde de otoño. Tan fría, aunque el sol brillaba en el cielo, que me había obligado a sacar los únicos pantalones que tenía, al parecer los pantalones se consideran algo de mal gusto cuando eres "una señorita de sangre pura y con clase", desde luego era una estupidez. Unos jeans pitillo negros, un jersey verde, un abrigo negro, botas negras y la bufanda de slytherin y aun así había ocasiones en las que el viento me recorría de arriba abajo, congelándome y agradeciendo los rayos de sol.

Un frío toque en mi pecho, como diciendo "no te olvides de mi", me hizo esbozar una sonrisa. El preciado medallón de plata que me dio mi abuela estaba conmigo, un medallón con una estrella de ópalo brillante que hacía recordar que las mujeres en mi familia, eramos todas estrellas refulgentes. Supongo que me lo dio porque mi nombre significa "estrella caída", aunque mi abuela siempre me apreció más que...que a Daph...por raro que pareciera.

Había sido algo raro que me lo diera a mi, exceptuando el anillo con el escudo de mi familia, todas las reliquias familiares pasaban a mi hermana, ya que era la mayor. Todas las joyas y vestidos pasaban a ella mientras que yo, la pequeña, sonreía feliz por ella. Daphne y yo sabíamos que una de las dos debía haber sido un hombre. Quizás ella, la primogénita que hubiera alegrado a mis padres siendo el heredero de los Greengrass, o quizás yo, el segundo intento fallido.
En todo caso, el apellido Greengrass se había perdido.
Daphne había cumplido 17, siendo mayor de edad y negándose rotundamente al compromiso enlazado, y aquí estaba yo para retomar el relevo "lo que significa que el vestido de boda que han llevado las mujeres Greengrass es tuyo para lucirlo el día de tu preciosa boda con Draco Malfoy, además de poseer todas las reliquias familiares"


No me apetecía estar en la sala común de Slytherin, después de la pelea con Draco, que había tensado las cosas bastante (Si ya por si solas no lo estaban), Nott y Belle arrancando el interior de los sillones, Damien queriendo clavarse un cuchillo, James mirándome de reojo y haciéndome sentir culpable ,y yo, que no podía dejar de clavar las uñas en cualquier superficie ya que mis pensamientos y temores estaban detrás de cada esquina...no, no era buena idea

Entonces, una figura rubia que recibía los rayos de sol captó mi atención. aunque quizás el calamar gigantesco que surgía del agua me hizo un poco más de..."huye por tu vida"
No se que vena me explotó, pero corrí hacia la chica rubia mientras los tentáculos del tamaño de torres se batían hacia ella.
-¡Eh!-Grité-¿Estás loca? ¡¿No ves que hay un...un monstruo que no quiere abrazarte precisamente?!-Saqué mi varita de la manga derecha-¡Corre!
Me planté a su lado y apunté a esa cosa con la varita, algo temblorosa, pero dispuesta a no dejarme arrastrar junto a esa chica a las profundidades de ese maldito lago. Lo que no llegaba a entender es porqué la chica no huía y se quedaba tan tranquila ahí parada, como si fueran viejos conocidos o algo así.

"¿Eh? ¡Oh!" Fue la reacción tan inteligente de la rubia de larga cabellera incómoda. (Anda, si, el cabello hasta los muslos se ve bonito, si no fuera tan pesado y no deseas ver por donde vas)

En realidad no sabía como había pasado tanto realmente, y es que lo último que recordaba eran los efectos del Infierno Morado, esa nube blanquecina que había rondado su cabeza sin intención, una presencia desagradable que parecía un fantasma, tan helado que la dejaba enferma por días y finalmente la caída libre donde había corrido por el Bosque Prohibido (siempre lejos de los centauros, no quería darle hermanos a Madison y menos tras ser violada por una criatura mitad caballo.), recorrer todo, ir en busca de los nidos de Acromantulas, con la curiosidad de si quedaba alguna y agradablemente descubriendo que había un nido pero eran muy pequeñas aun salvo por los padres.

Y así había llegado a este punto, donde había razonado que la visita al viejo amigo calamaretti no venía mal y comenzando a sacudir el agua para llamarlo.

"No seas absurda... como mucho me va a tratar de..." Frunció el ceño al ver el tentáculo estirarse a ella antes de abrazarlo y golpearlo con los puños cerrados. "Roberto malo, malo... nada de hundir barcos al fondo del mar. Si vuelves a intentarlo juro que volveré a atarte a un árbol y a saltar la soga con tus tentáculos." Protestó mientras luchaba contra el calamar o mejor dicho, contra un tentáculo de calamar.

Suponía que no le importaba mucho nada si tenía en cuenta que el calamar no debería entender lo que le decía, peeeero... ¿quien sabe? De hecho, tenía la sensación de que ese tentáculo se había puesto más vicioso.

¿Quizá no le gustaba el nombre Roberto?

"¿Que tal... Juan? ¿Jorge? ¿Ariel?!" Comenzó a nombrar cosas, nombres absurdamente comunes para designar al enorme calamar antes de girarse y notar que dos tentáculos extra estaban explorando peligrosamente cerca de la chica que se acercó para ayudarla. "¡Cuidado! No te resbales, retrocede con cuidado." Le advirtió alarmada de que el calamar pudiera hacer algo tonto como atacar a alguien que no estaba jugando.

Tarde.
Uno de los tentáculos se dirigió hacia mi con la maestría del Sauce Boxeador y apenas tuve tiempo para tirarme al suelo y evitar ser golpeada por aquella cosa.
Choqué contra el suelo boca abajo y me di la vuelta inmediatamente respirando con rapidez.

Había visto al calamar gigante un par de veces pasar por las ventanas de la sala común de Slytherin, pero nunca imaginé que fuera tan...tan enorme.

Logré ponerme en pie justo en el momento en el que otro tentáculo avanzaba hacia mi, salté por encima suyo pensando que parecía que jugábamos a la comba.

Me arranqué el abrigo y la bufanda y los tiré al suelo para facilitar mis movimientos. Además, con todos los saltos que estaba dando no me haría ninguna falta para calentarme.

-Espera!-Grité-¿A caso sois amigos?-Increíble, ¡¿Estaba abrazando un tentáculo?! ¿Pero qué hacía esa loca?

Ese segundo de distracción fue el que aprovechó el calamar para enredarse a una de mis piernas y levantarme por el aire, dejándome dando vueltas cabeza abajo.
-¡Suéltame! ¡Sucedáneo de pulpo!-Pateé con fuerza con la pierna libre que tenía y el calamar debió molestarse, porque me dejó caer al agua helada.

Emergí empapada apunto de asesinar al calamar, esa era la segunda vez en la semana que me caía al lago, pero justo en ese momento vi un brillo platino en el tentáculo que me había agarrado.

-Mi...mi medallón!-Grité

"Se puede decir que viejos conocidos, me odia de tiempos inmemorables." Bromeó tratando aun abrazada al tentáculo pero en realidad era para que no llegara a atraparla. Realmente este Calamarote era una criatura casi tierna si no se le provocaba como venía provocándolo de principio nada más, Louise desde primer año...

Había desde reventado un par de ventosas a atado sus tentáculos a un árbol para poder jugar... le había cambiado de color practicando un hechizo que le había salido mal y sin querer cuando su cabello había crecido hasta las rodillas, se había enredado en un tentáculo y había caído al lago como una y otra, y otra vez le sucedía.

"¡¿Estás bien?!" Preguntó a grito vivo, girándose para ver a Astoria, que había sido enredada o algo por el estilo. Solo un instante que bastó para que su diminuto cuerpo como avispa fuera enredado por su cintura y alzado en el aire causando un grito de frustración que se pudo distinguir probablemente a kilómetros de distancia y sin nadie que les brindara apoyo. Su vestido se estaba empapando y no era precisamente tela gruesa como para estas temperaturas.

"¡ABAJO!" Gritó pataleando mientras veía como Astoria caía al agua. "¡Bajamé, tentaculoide sobredesarrllado!" Se quejó tratando de soltarse sin mucho éxito. Pero que calamardo tan testarudo...

"¡¿Sabes hacer el hechizo de burbuja de aire o lo que fuera?!" Gritó al ver que su inesperada compañera que sabía, estaba segura que la conocía de algo, se quedaba anonadada viendo lo que fuera. "Aquí, tranquila... creo que necesitaré una mano, no llego a mi varita y estoy segura de que va a hundirse en cualquier momento." Trató de llamar la atención, los grandes ojos violeta brillantes ante la idea de que estaba a punto de ser arrastrada al fondo del lago negro.

-Si...si creo que puedo conjurarlo!-Grité mientras luchaba contra las olas que el calamar provocaba, saqué la varita apuntando hacia ella y pronuncié el hechizo-Ebublio!

En ese momento un tentáculo me agarró de la cintura y me volvió a levantar, grité con frustración y apenas tuve tiempo para volver a pronunciar el hechizo, esta vez para mi misma.
Agarré la varita con fuerza para evitar que se me cayera y busqué con la mirada a la chica rubia, mientras era zarandeada de un lado a otro por esa cosa.

-¡Eh! ¿Conoces algún hechizo contra estas cosas? ¿O la confundo?-Dije, aunque no era buena idea confundirla. Podría mandarnos a tomar viento.

Desde luego el zarandeo me estaba matando, parecía una muñeca de trapo en las manos de ese monstruo marino, que parecía divertirse con sus dos juguetes nuevos a los que movía y hacía dar vueltas sin ningún control.

-¡Estúpido monstruo! ¡Juro que haré que te corten en trozos y se los den de comer a los gatos! ¡No sabes con quien te estás metiendo!-Pero al parecer a esa cosa le daban igual mis amenazas, ya que no desistió en la manera en la que nos zarandeaba.

-¿Tienes algún plan? ¡Me estoy cansando de esto!-Grité.

En ese momento, el calamar comenzó a hundirse y grité desesperada, a pesar de tener el conjuro del casco de aire.
¿En que demonios estaba pensando esa chica cuando la dije que se alejara? Nos había "arrastrado" al fondo del mar...y nunca mejor dicho.
Esa rubia estaba loca.

"¡Dime si sabes de algún plan que funcione contra animales gigantes y entonces haré planes!" Gritó en ironía, pataleando, mareada, el cabello nuevamente enredado en el tentáculo, debiendo usar las manos para tironear y que no le arrancara el cabello además de hacerle la vida imposible por los próximos minutos, media hora quizá. Quien sabe...

Solo agradeció que el hechizo burbuja estaba en su cabeza, todo muy bonito, pero las Veelas eran seres de tierra/aire, si bien sabía nadar, no estaba en su elemento y eran bastante opuestos con el enorme calamar que le estaba apretando hasta que lágrimas saltaron de sus ojos al no poder liberarse, un chillido como de ave anunciando la angustia de la veela al no poder liberarse y la furia de esta, sin embargo, por alguna razón su cuerpo no reaccionaba como solían hacerlo el de las otras veelas, sus ojos celestes abriendose de par en par como si acabara de recordar algo...

El hecho de que estaba luchando para no volver a convertirse nunca más y ahora... ahora que necesitaba precisamente de su lado sobrenatural y dañino, este instante en que estaba su cordura en juego, ahora justamente no podía convertirse porque tenía el Infierno Púrpura corriendo por sus venas. Esto era malo...

"Uh oh..." Murmuró antes de con un grito que hizo estruendo en los terrenos de Hogwarts fue arrastrada bajo agua, el diminuto cuerpo quebrándose en el impacto contra el líquido mientras se sentía mojarse, podía ver como su falda flotaba a su alrededor de un suave tono rosa que se trasparentaba al igual que su camisa, todo flotando en diferentes direcciones mientras era lentamente alejada del sol a lo más profundo.

Estiró las manos, tratando de llegar lo más lejos posible antes de tratar de prender el fuego interno con el que había nacido igual que todas las mujeres de su raza solo para recordarse que no era un fuego sobrenatural realmente así que con el agua solo lograba hacer un poco de vapor que no sobrevivía ni para llegar a la superficie.

"¡Ya sueltame!" En un acto desesperado, cuando ya había quedado muy lejos mordió el tentáculo para ser liberada de golpe, debiendo sostenerse del tentáculo para buscar a la otra chica que había estaba con ella antes. "¡Morena! ¡Morocha! ¡Como sea tu nombre! ¡¿Estás bien?!" Gritaba buscando entre los nudos que tenía delante.

No sabía donde estaba el cielo ni donde estaba el suelo.
El calamar debía haber pensado que soy un sonajero y me agitaba de un lado al otro, entre gritos míos de rabia.

-¿Y yo que sé?-Grité sin saber donde estaba la rubia-¡Pensaba que ya lo conocías!
Volví a estrellarme contra el agua y me sumergí varios metros, por suerte el casco burbuja evitó que me asfixiara.
Salí a la superficie y buceé hasta el cuerpo del calamar, intentando trepar por el gelatinoso cuerpo. Creo que al calamar le estaba gustando el masaje que le daba al encaramarme, porque no intentó pararme.


Tras una larga ascensión, llegué a la punta de su cabeza y me agarré fuertemente.

-¡Estoy aquí!-Grité-¡Y me llamo Astoria!-Busqué con la mirada a la chica rubia, sin éxito-¿Donde estás?
Miré hacia todos los lados y me fijé desde arriba en el único y gran ojo del calamar.
-¿Crees que funcionaría la maldición de conjuntivitis?-Pregunté a gritos.

"¡Dudo que haga mucho! Pero con intentarlo no perdemos nada!" Gritó saliendo del agua, asomando la cabeza y viendo a la morena en lo alto sin entender nada de lo que pasaba.

"¿Que haces allí arriba?!" Preguntó sin siquiera detenerse a pensar que era una pregunta real, REALMENTE estúpida. Y es que... ¿que hacía la chica allí arriba de todo tomada del calamar gigante como si de ello dependiera su vida? Bueno, si, su vida dependía de no soltarse, eso era más que comprensible.

"¡Claro que lo conozco! ¡Es el calamar gigante, está aquí desde antes que el castillo! ¡Todos conocen el calamar gigante!" Replicó sacando la varita y comenzando a moverla sin decidirse que hacer exactamente. "No le eches conjuntivitis que se va a hundir y tu te hundirás con él! ¡Debes bajarte primero por las dudas!" ¿Y luego? Ella solo tenía medio plan, pero ¿luego que se suponía que debía hacer?

Bueno, no importaba, solo tenían que tratar de sobrevivir a esto.

"¿Quieres que use un mobili corpus?" Preguntó indecisa sobre como ayudar.